El día clave, el inicio, acababa de comprar un carro nuevo, parece el destino, que compre un carro que justo después me iba a apoyar con la silla de ruedas por su amplitud. (10 de febrero lo compré, el 11 lo llevé a mi casa, el 12 por la mañana cuando subí a tomar esa foto del carro) de un día a otro, sentí mi pie izquierdo ya no funcionar. Ya no poder levantarse como antes, y pensé, puede haber sido un esguince inadvertido por mí, lo pensé por 2 meses, cómo fui a esquiar con mi hijo a mediados de enero a los Alpes, pensé, que me había puesto el zapato de esquí demasiado estrecho y que eso me había lastimado un nervio. Y que se me había reflejado 3 semanas después.
Jamás pensé que pudiese ser una enfermedad, o algo tan grave y relevante como ELA, un simple problema del tobillo y el pie que no podía levantarse correctamente. Ese día me acuerdo que dejé el carro en un punto y dije: quiero caminar, quiero ver si caminando se mejora. Me acuerdo que ese día encontré a un amigo que no veía hace mucho tiempo, Rubén Maldonado, y me fui caminando cómo 4 kilómetros para ver si mejoraba. Me fui a un lugar de fitness para ver a un amigo, Jorge Campos para decirle lo que me estaba pasando y él me mandó con un fisioterapeuta osteópata que realinea el cuerpo.

Inicio de síntomas, muy leves. Pensando que con fisioterapia1 se podía solucionar. Pase los siguientes dos meses yendo al gimnasio para hacer fuerza de piernas, pantorrillas, etc. para ver si mejoraba la situación.

Regreso a México, un día antes hice mi cuarta vacuna para el COVID, de Moderna el 29 de enero de 2022.